Dios nos ha bendecido con talentos y habilidades únicas, y Él espera que los utilicemos para bendición de los demás. Es nuestro deber compartir y enseñar a otros de acuerdo con los dones que Dios nos ha dado.

Dios nos ha bendecido con talentos y habilidades únicas, y Él espera que los utilicemos para bendición de los demás. Es nuestro deber compartir y enseñar a otros de acuerdo con los dones que Dios nos ha dado. Puede ser a través de la enseñanza, la música, la oración, el servicio o cualquier otra forma de emprendimiento, conocimiento o habilidades. Todos tenemos algo valioso que ofrecer.

Jesús y La Nueva Humanidad.
El Espíritu de Dios una llama que arde en cada Corazón para la Nueva Humanidad

En Juan 3:16, leemos que Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo. El amor de Dios es el motor que impulsa al dar. Y como somos portadores de Su amor, también debemos ser generosos y dar a los demás. La iglesia primitiva, como se describe en el libro de los Hechos, nos muestra un ejemplo maravilloso de cómo mostrar el amor de Dios a través de nuestras acciones.

Estos primeros cristianos estaban tan llenos del amor de Dios que se preocupaban más por ayudar a los demás que por cualquier otra cosa. No importaba cuáles fueran sus circunstancias o dificultades, su enfoque principal era asegurarse de que todos estuvieran cuidados y atendidos. Constantemente daban lo que podían para apoyar la obra del ministerio y suplir las necesidades de aquellos que los rodeaban.

La lección que podemos aprender de ellos es que, como discípulos de Jesús, debemos ser reconocidos por nuestro amor mutuo. Jesús dijo: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros" (Juan 13:35). Nuestra capacidad para amar y cuidar a los demás es un testimonio vivo de nuestra conexión con Cristo.

Cuando enfrentamos dificultades, no debemos caer en la mentalidad egoísta de "cada uno por sí mismo". Al contrario, debemos imitar a la iglesia primitiva y decir: "Asegurémonos de que todos estén cuidados". Debemos ser las manos y los pies de Jesús, extendiendo Su amor y gracia a quienes nos rodean.

Amados lectores, el amor de Dios no es solo un sentimiento, sino una acción transformadora. Nuestro llamado como comunidad de creyentes es demostrar el amor de Dios en todo lo que hacemos. Al mostrar Su amor a través de nuestras acciones generosas, estamos invirtiendo en el reino de Dios y Dios mismo nos bendecirá abundantemente.



Entonces, hoy los animo a que reflexionemos sobre cómo podemos mostrar el amor de Dios en nuestra vida diaria. Preguntémonos: ¿Estamos dispuestos a dar de nosotros mismos para satisfacer las necesidades de los demás? ¿Estamos dispuestos a ser generosos y compartir lo que tenemos con aquellos que nos rodean?

Recordemos que el amor de Dios fluye a través de nosotros. Cada acto de generosidad, cada palabra amable, cada gesto de apoyo es una oportunidad para mostrar el amor de Dios a un mundo necesitado. No subestimemos el poder de nuestras acciones. Dios puede usar nuestra disposición para dar para marcar una diferencia significativa en la vida de alguien más.

Que hoy y todos los días, seamos portadores del amor de Dios. Que nuestras vidas reflejen Su generosidad y cuidado. Y que el mundo vea a través de nosotros el amor transformador de nuestro Señor Jesucristo.


Para concluir esta enseñanza, quiero recordarles que el dar no se trata solo de compartir bienes o riquezas materiales. Si bien es importante y necesario, el dar también implica compartir nuestro tiempo, conocimiento y dones con aquellos que nos rodean.

Dios nos ha bendecido con talentos y habilidades únicas, y Él espera que los utilicemos para bendición de los demás. Es nuestro deber compartir y enseñar a otros de acuerdo con los dones que Dios nos ha dado. Puede ser a través de la enseñanza, la música, la oración, el servicio o cualquier otra forma de emprendimiento, conocimiento o habilidades. Todos tenemos algo valioso que ofrecer.

Además, el dar también incluye dedicar nuestro tiempo para servir a nuestros seres queridos y a aquellos que necesitan apoyo. A veces, la mayor necesidad que alguien tiene es simplemente tener a alguien que esté dispuesto a escuchar, a brindar consuelo o a ayudar en momentos de dificultad. Nuestro tiempo y atención son regalos preciosos que podemos dar.

Les animo a que reflexionen sobre cómo están utilizando sus dones y su tiempo para el servicio de los demás. Pidan a Dios que les muestre cómo pueden ser una bendición para aquellos que los rodean. No subestimen el impacto que pueden tener al dar de sí mismos.

Recuerden que el dar no se limita a lo material, sino que implica todas las áreas de nuestra vida. Cuando damos de corazón, sin esperar nada a cambio, estamos siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, quien dio su vida por nosotros, resucitó y nos acompaña a cada uno de nosotros, sin excepción, guiandonos y dandonos Sabiduría a traves de su Santo Espíritu.
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Que nuestras acciones estén guiadas por el amor de Dios, y que podamos encontrar alegría y satisfacción al dar y servir a los demás. Que el mundo vea en nosotros el reflejo del amor y la generosidad de nuestro Padre celestial.

Que el Espíritu Santo nos capacite y nos guíe en esta tarea de mostrar el amor de Dios a través de nuestras vidas. Que nuestras acciones hablen más fuerte que nuestras palabras y que el nombre de nuestro Señor sea glorificado en todo lo que hacemos. En el nombre de Jesús, amén.

Dios los bendiga y les dé sabiduría para ser generosos y serviciales en todas las áreas de sus vidas. ¡Que tengan un día lleno de bendiciones!