La Primera Navidad de Zoé.



La Primera Navidad de Zoé. Un Cuento Navideño

Era la víspera de una navidad cuando Ana recibió una pequeña recién nacida de raza Schnauzer, se la había entregado su novio como un precioso regalo de navidad, la perrita apenas podía abrir los ojos y buscaba muchas veces a su madre, pero pronto Ana pasaría a ser su nueva madre.

Ana sería la persona que se ocuparía de sus cuidados y de su alimentación, mientras la perrita iba creciendo poco a poco un poco juguetona, muy inteligente y demasiado viva.

Sin embargo, en febrero, Ana y su novio terminaron su relación por un malentendido que no se pudo arreglar debido al orgullo de su novio y al excesivo amor propio de Ana. Entonces la perrita que hasta ese momento representaba bastante para ella dejó de tener cierto significado para ella y Ana pronto comenzaría a olvidarse de ella.

Ana solo era una adolescente de 15 años que sus padres le pidieron hacerse responsable de la mascota, pero al ver que Ana ya no se ocupaba de la mascota mandaron a la perrita a la parte trasera de la casa, arrumbada y olvidada; la perrita se preguntaba ¿Qué es lo que había hecho ella? ¿Acaso había sido que se había comido el zapato de papá? ¿El hecho de no haber jugado con Ana cuando Ana quiso?

En un descuido, ella pronto salió de la casa, no tenía correa alguna y al ver una mariposa revolotear queriendo jugar con ella se dio a la tarea de perseguirla y salir de casa a través de una apertura del portón de madera de la casa.

Nadie se percató de su ausencia, ni siquiera la misma Ana que hasta ese momento había sido su dueña.

"La Primera Navidad de Zoé"

Y la perrita comenzó así a vivir solitaria en la calle, aprendiendo a sobrevivir por su propia cuenta, aprendió a ingeniárselas para no ser atropellada, asesinada, mutilada o devorada, muchas veces recibió golpes de los cuales no podía salvarse solamente por buscar un poco de comida tirada en los restaurantes, sin un alma que se apiadara de ella para darle de comer.

Por las noches solía ir a dormir debajo de un puente, pronto adquirió alguna que otra enfermedad de las cuales algún día te platicaré y poco a poco comenzó a bajar de peso y adquirir una terrible anemia.

Y si nadie lograba ayudarla, inevitablemente ella iba a morir pronto, los meses fueron transcurriendo y ya no era la misma de antes, ahora contaba con cinco meses de edad, por las noches lloraba debajo del puente en el que dormía, hasta que un día decidió abandonar ese lugar que le resultaba reconfortante para hacer el último intento por sobrevivir a su suerte.

Ella sabía que nadie la iba a querer por su condición maltratada, enfermiza y horrible que había adquirido, pero un día, un joven la intercepto y ella trató de escapar creyendo que se trataba de la perrera un lugar terrible para los animales; por suerte, ella entró en una veterinaria donde pronto iba a conocer a sus nuevos dueños.

Alguien acabó adoptándola y poniéndole el nombre de Zoé porque Zoé significa vida y Zoé era una vida rescatada de la calle.

Pronto iba a ser navidad y ella tenía miedo de ser abandonada de nuevo a su suerte como le sucedió en el pasado, pero fue muy bien recibida por sus nuevos dueños, ahora vivía en un hogar en el que podría recibir el calor de hogar, cuidados, medicinas…

En su curiosidad por ver el nuevo árbol de navidad, accidentalmente rompió una esfera de cristal que hizo alertar al dueño y al verlo aproximarse tuvo miedo de que este la echara al patio trasero como ocurrió antes, pero el dueño tomó su patita con cuidado para revisar que ella no se hubiera cortado, después recogió con cuidado los vidrios rotos y al ver que en verdad era parte de esa familia, Zoé felizmente comenzó a jugar con el dueño de la casa.

A su nuevo amo no le molestaba que ella fuera demasiado juguetona o traviesa, porque los bienes materiales siempre van y vienen, pero no es así con la salud, ni el amor o la calidez de un hogar.

Finalmente ella disfruto de esa navidad como si fuera la primera, rodeada de mucho amor, juegos, comida y algarabía, sus dueños le hicieron parte de su festividad en la mesa y en sus actividades navideñas, recordando siempre la bondad y misericordia de nuestro querido Jesús de Nazareth.

Este cuento nos enseña que los bienes materiales no son lo más importante y que una mascota no debe de ser tratada como un objeto más, si no como un miembro más de la familia.