La Gardenía y la Copa de Oro.
Pensaba que como cualquier ser vivo, no iba a dar muchos problemas, como tampoco se iba a dar una semejante riña como la que se iría a suscitar pronto, la adquirió en época de invierno, en vísperas de navidad.
Para entonces ya había otras plantas en esa misma casa, algunas se encontraban acumuladas en grupo justo en la sombra de la casa. Otras se juntaban en medio del jardín dispuestas a recibir los rayos del astro sol.
Pero había una que estaba completamente sola: La copa de oro, una planta de ornato con la capacidad de extender sus brazos lo suficiente como para conseguir abrazar a alguien o incluso saludar con sus brazos a sus compañeras, las cuales regularmente no le prestaban la atención suficiente dada la distancia que las separaba de la casa.
La planta había floreado a finales de noviembre y después se sumergió en un profundo sueño.
Y de un momento a otro la persona que cuidaba de ellas, llevó a casa a una hermosa planta, rebosante y llena de botones conocida como Gardenia.
Las plantas curiosas, rápidamente le dieron la bienvenida, se quedaron todo el día viendo que la habían ubicado justo a un lado de la planta solitaria y que le estaban dando uno de los mejores lugares de la casa, además de que la trataban como a una reina.
Y entonces los días transcurrieron y pronto llegó enero, la copa de oro seguía dormida, pero Gardenia ya había conseguido la admiración de algunas de sus vecinas.
“Que hermoso huele” “Que envidia, se ve elegante, reluciente, se nota que saben que es especial”
Y así, la planta se fue llenando de elogios y su ego poco a poco se fue inflando, sabía que como planta de ornato era capaz de desprender un perfume con notas verdes, cítricas, frutales y conocida como símbolo de gracia femenina, sutileza y mérito artístico.
Pronto la copa de oro paso a un segundo término y ella se sintió como la reina entre las demás plantas de ornato, sus flores eran mucho más grandes y le gustaba florecer a diferencia de su vecina, la planta Cuna de Moisés, a quien le gustaba pasar desapercibida y dormir todo lo que pudiera.
Cierto día una abeja cansada de revolotear y buscar miel pasó al jardín y se posó sobre gardenia, a quien no le gustó para nada recibir su visita y la alejó por completo.
¡¿Qué estaba haciendo ahí?! “Que desagradable, acabara ensuciando mis hojas” pensaba Gardenia. A la abeja no le dio gusto ser mal recibida, porque antes de invierno, ella siempre iba a ese jardín al igual que los colibríes, ambos eran bienvenidos siempre, salvo por esa ocasión.
“Vienen a visitar a la copa de oro” decían las demás plantas.
“¡Vaya no sabía que esa floja fuera capaz de recibir semejantes visitas!” Exclamaba Gardenia, sintiéndose más importante que la copa de oro.
Pero un día la copa de oro despertó luego de varias semanas de estar dormida. Y cuando despertó comenzó a florecer y miro con tristeza, que ahora había una planta a un lado de ella, que olía muy bien y además era mucho más hermosa, entonces entristeció, sintiéndose inútil y sin talento.
El rumor de su despertar pronto corrió por el resto de los jardines de las demás casas, hasta que la abeja y el colibrí escucharon y volvieron de visita, pero encontraron a copa de oro marchitándose de la tristeza.
“¿Qué es lo que te pasa?” le preguntaron al verla triste y con sus flores muriendo.
“Decidí dormir para recuperar energías, pero no pensé que, en ese lapso de tiempo, llegaría alguien más hermosa e importante que yo. Tampoco pensé que iba a ser más importante que yo, puesto que ella es considerada símbolo de armonía y pureza” respondió la copa de oro.
“¡Vaya, qué tontería!” exclamó el colibrí “Será una planta de ornato, hermosa y olorosa, quizá la persona que cuida de ella sienta orgullo de tenerla en su casa, pero más orgullo siente de tenerte a ti en su jardín, porque, aunque no eres olorosa, todos los polinizadores te buscamos a ti y nuestra función es la más importante en este planeta”
La copa de oro entonces levantó un poco los pétalos de su flor amarilla y miró a colibrí con una cara picara y curiosa para decir “¿De verdad?”
“Todos tenemos una función y talento que nos vuelve únicos” añade la abeja mientras revolotea a su alrededor, sin importar que las demás plantas estuvieran escuchando, mucho menos Gardenia, que aún no comprendía la importancia de los polinizadores “Nosotros volamos por largas jornadas de tiempo, buscando néctar, uno que solo tu nos puedes brindar, no encontramos a alguien como tu hasta varios kilómetros y si el ser humano entendiera la importancia de nuestra existencia, tendría al menos una planta como tu en cada casa. Nosotros al ser polinizadores cuidamos de la tierra, estimulamos huertos, árboles, plantas para que la vida natural como vegetal continúe no solo para ellos, si no también para los mismos animales”.
En ese momento fue cuando Gardenia comprendió lo que la abeja intentó hacer y la función tan importante de ellos, entonces se sintió avergonzada y miró con arrepentimiento a copa de oro por haber hablado tan mal de ella.
Y las demás plantas comenzaron a vitorear “Tenemos una reina de la armonía” “Y tenemos una reina polinizadora” gritaron las plantas, hasta la Cuna de Moisés también entre sueños comenzó a vitorear y entonces Copa de oro se puso tan verde de la emoción al escuchar a sus demás hermanas, que extendió su brazo para estrechar uno de los pétalos de Gardenia en señal de paz.
Y desde entonces, dicen que en ese jardín ambas disfrutan del lugar tan merecido que les dieron y nunca más se sintieron inferiores.
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